Hombres del Año

Randy Arozarena y cómo ha hecho historia en el beisbol mexicano

El beisbol es nuevamente una fuerza del deporte nacional gracias a figuras como Randy Arozarena y al esfuerzo de directivos y coaches entregados a una sola pasión.
Randy Arozarena con shorts camisa gorra y tenis
Randy Arozarena es uno de los rostros más destacados del béisbol mexicano.Ram Martínez

Es una mañana fría en la Ciudad de México. Apenas pasan de las ocho y por el estacionamiento de jugadores y directivos del Estadio Alfredo Harp Helú camina Randy Arozarena, el jardinero izquierdo de los Rays de Tampa Bay y figura del equipo nacional mexicano. Algo en su look lo distingue del resto: cuerpo atlético, barba tupida perfectamente delineada, playera blanca estampada, aretes en ambas orejas y una gruesa cadena de oro que cuelga sobre su pecho.

Hoy tiene porte de celebridad, pero en marzo de 2023, Randy Arozarena era un nombre poco conocido en el país. Cuesta trabajo creer que solo nueve meses más tarde sea el carismático ídolo del beisbol mexicano. Es como si se hubiera subido a un elevador que lo llevó al penthouse del éxito sin hacer escalas. Su popularidad despegó en el Clásico Mundial de Beisbol con batazos y carreras espectaculares. Fueron muchas las jugadas que se quedaron tatuadas en la memoria de la afición.

Aquel 16 de marzo de 2023

Son los Cuartos de Final. Octava entrada. México le gana 5-4 a Puerto Rico, cuando un batazo largo del boricua Emmanuel Rivera amenaza con impulsar al hombre que está en primera. La pelota vuela y parece nunca caer ante la angustia de los aficionados vestidos de verde. Es entonces que aparece Arozarena cerca de la barda y la atrapa casi de espaldas.

“Llegué a México con un objetivo: ayudar a mi familia”.Ram Martínez

El out es espectacular y la ovación es unánime. El beisbolista Randy Arozarena se cruza de brazos y se queda estático con un rostro divertido y retador. Es un despliegue del más puro carisma que agradecen también los millones que siguen el juego por televisión.

Aquella noche, el equipo nacional logró un histórico pase a semifinales —perdió contra Japón— y el Clásico Mundial se convirtió en un momento sin precedentes para el beisbol de México que, según encuestas de Consulta Mitofsky, se ha mantenido entre el tercero y cuarto lugar en las preferencias deportivas de los aficionados locales.

En aquellos días, la penetración del beisbol fue exponencial. “Cuando más se ha hablado de beisbol en este país fueron, sin duda, esas dos semanas, porque todos estábamos ávidos de un buen resultado en cualquier deporte y resulta que el beisbol levantó la mano y dijo: aquí estoy”, dice Horacio de la Vega, presidente de la Liga Mexicana de Beisbol. “Todos, por supuesto, recordamos la locura que desató la selección y, especialmente, Randy Arozarena”.

En ese Clásico Mundial, Randy también pegó home runs más allá del campo. Fue el jugador que más aumentó sus seguidores en redes sociales en el torneo, con un incremento de 300% en Instagram y 105% en X (antes Twitter). Su personalidad eléctrica lo catapultó como el rostro de un equipo que le ha devuelto a México la afición masiva por el beisbol.

Una superestrella y su flow

“Me siento feliz porque me han aceptado como un mexicano más”.Ram Martínez

Arozarena luce diferente esta mañana de octubre en el Harp Helú. Sus fuertes músculos se encuentran en completa relajación. Su rostro, casi adormilado, no parece estar en su faceta más carismática. Se comporta amable, pero en el vestidor de visitantes, donde lo maquillan y le preparan sus cambios de ropa para la sesión con GQ México y Latinoamérica, está sentado, casi inmóvil, frente a su teléfono. Apenas intercambia monosílabos con un equipo de creativos que busca derretir el hielo.

Así transcurren los primeros minutos, hasta que alguien llama su atención con una de esas preguntas que nunca deben faltar para romper un silencio incómodo: “¿Qué música te gusta?”. Randy se espabila y responde tan rápido como mueve el bat: “¡Bad Bunny! El nuevo disco”.

Casi de inmediato, en la bocina de un teléfono empieza a sonar “Nadie sabe”, uno de los más recientes sencillos del rey del reguetón. El jugador de béisbol sonríe complacido con las metáforas beisboleras:

Si Sugar ‘tá en la loma, tú te baja’ en la novena

Yo mismo me impresiono, como Randy Arozarena

Bad Bunny salió, pongan su’ disco’ en cuarentena

“Yo decía: ‘No puedo jugar un Clásico Mundial con el país en el que nací, pero México me da la oportunidad. Tengo que disfrutarlo’”.Ram Martínez

Sólo en Spotify, la canción tiene más de 46 millones de reproducciones y contando. La música empieza a ponerlo a tono, mientras se prueba la ropa para la sesión fotográfica. Es entonces que, poco a poco, empieza a mutar hacia su faceta de hombre extrovertido. Las charlas con los presentes se vuelven más largas y, por lo general, terminan con una sonrisa. Parece estar listo.

Una vez en el campo, mientras aprecia el monumental techo del estadio, el nuevo ídolo del beisbol mexicano repara en que es la primera vez que pisa el templo de su deporte en la Ciudad de México. Con esa reflexión llega al diamante para posar frente a la lente. Tan pronto suena el clic del obturador de la cámara se le nota en su zona de confort.

Cada vez que le toman una fotografía se escuchan los comentarios de los que están detrás del monitor: “¡Buenísima! Esa podría ser la portada (de la revista)”. Aunque todavía hay más. Randy tiene guardada una sonrisa más encantadora, una pose que seduce más. A la cámara nadie la puede engañar. Es ahí cuando sale a la luz todo su flow.

A estas alturas, sobre el montículo de pitcheo, ya está en modo superestrella. Tan pronto sucede la primera serie de retratos se acerca a la pantalla para evaluar su sonrisa.

“¿Qué tanto trabajo te ha costado aprender a ser una superestrella, a comportarte como un rockstar?”, le pregunto cuando finalmente nos sentamos para la entrevista.

“El proceso ha sido duro, bonito, y la verdad yo me siento orgulloso de mí. Yo he pasado mucho trabajo, sacrificio, ese que me ha traído hasta donde estoy hoy. A ir a un Juego de Estrellas, a ir a un Clásico Mundial, a ser novato del año, a romper récords… Entonces, yo lo disfruto mucho y es lo que más me emociona. Me gusta enfatizar todo lo que ha sido el proceso, porque sin proceso, uno duro, no hay éxito. Y esa ha sido la clave de mi éxito”.

“Como el hijo mayor, con 19 años, tuve que convertirme en padre de mis hermanos. Sentí que me iba a jugar mi vida por mi familia”.Ram Martínez

Es en ese justo momento que Randy Arozarena se sincera y empieza a contar las primeras entradas del juego de su vida, y a ponerle las palabras correctas a una historia en la que ha tenido que nadar contracorriente.

Emprender el viaje

Randy Arozarena nació en Arroyos de Mantua, un pueblo pesquero de 3,500 habitantes al noroeste de Cuba. Ahí, a unos metros del mar, comenzó su carrera en un sistema deportivo que tiene amplio prestigio con la pelota.

“Comencé jugando futbol, que se jugaba en los jardines del campo de beisbol. Era delantero y metía muchos goles, pero un día el entrenador de pelota le pidió alumnos al de futbol para hacer su selección. Yo fui uno de ellos y desde chiquitico empecé a jugar bien. Representé a mi pueblito, después a mi municipio y mi provincia. Aunque empecé a agarrarle amor al beisbol, no me resignaba a despegarme del futbol”, dice. Pero, poco a poco, el destino lo ubicó en el diamante: “Yo jugaba sin zapatos, a veces los guantes me los prestaban. Jugábamos sin cátcher. Cuando comencé yo jugaba segunda base, bateaba y corría mucho”.

A los 12 años, la estructura del deporte cubano lo ubicó definitivamente en el beisbol y lo integró a un equipo de prospectos, “pero me dijeron que estaba muy flaquito y no me llevaron a un campeonato juvenil”. Randy empezó a mostrar su carácter: “Sé que tengo calidad, entonces ¿cómo me iban a discriminar por ser el más flaquito, el chiquitico del grupo…? Esa fue mi primera piedra en el camino”.

En 2021, Randy Arozarena se naturalizó mexicano.Ram Martínez

No le pregunto más acerca de sus dificultades, pero se mantiene en el tema y llega a lugares más profundos: “Perdí a mi papá en unos playoffs. Me fue a ver ese día jugar y estando en la grada falleció”.

Los detalles de aquel suceso hacen que su gesto se vuelva más sombrío y que inconscientemente baje la voz. “Ese día mi papá nos vino a ver a mí y a mi hermano. Mi hermano Raiko jugaba ‘fut’ y lo fuimos a ver en la mañana; yo jugaba en la noche. En la tarde, mi papá fue a casa de unas amistades. Comió mariscos y se empezó a sentir mal. Murió intoxicado”, confiesa. Su rostro amaga con continuar el relato, pero no le sale voz.

A todos nos tranquiliza pensar que las personas que se fueron nos están viendo desde algún lugar. ¿Qué crees que pensaría tu padre de tus actuales éxitos?, le pregunto.

“Él era una persona muy alegre y sé que él está muy feliz. Él disfrutaba de lo que yo hago. Disfrutaba de mi otro hermano, que juega futbol. Estoy seguro de que me está viendo y sé que con lo que estoy haciendo se está riendo”.

En aquel momento, Randy era un prospecto relevante del beisbol cubano, aunque ya parecía jugar con dos strikes en contra: la policía secreta empezó a tener información de que quería escapar de la isla y los entrenadores dejaron de convocarlo a eventos internacionales.

“Llegué a México con un objetivo: ayudar a mi familia”.Ram Martínez

Las barreras que encontraba para su desarrollo deportivo y la muerte de su padre lo hicieron tomar la decisión de partir. “Como el hijo mayor, con 19 años, tuve que convertirme en padre de mis hermanos. Sentí que me iba a jugar mi vida por mi familia. Siempre uno puede exponer la vida, pero ese es mi primer momento de estar consciente de que realmente me la estaba jugando. Y fue entonces que me escapé de Cuba”. Arroyos de Mantua es, precisamente, uno de los principales puntos de salida para los que deciden abandonar la isla rumbo a México.

Arozarena hace la crónica de aquel día: “Nos fuimos al monte escondiéndonos de la policía y nos subimos a la lancha. Me fui a las tres de la mañana y, poco a poco, las condiciones se fueron poniendo peores. A pesar de eso, me quedé dormido mucho tiempo. Mi brazo tocaba literalmente el agua y había olas como de cinco metros. La parte delantera del bote se rompió y sentías que cualquier ola te podía sacar del bote. Se pasaba feo. Nueve horas después, a las 12 del día, llegué a isla Mujeres y ahí comenzó mi nueva historia en México”.

El objetivo era encontrar el camino hacia las Grandes Ligas estadounidenses. Se estableció en Mérida y comenzó a mostrar sus facultades con el bat, el guante y la pelota frente a la red de cazatalentos de la zona. Pero la calurosa vida nocturna puso en riesgo su carrera. “Mientras jugaba en la Liga Meridiana —un torneo semiprofesional— iba a antros y después a jugar. Me di cuenta de que eso no me iba a llevar a ningún lado. Llegué a México con un objetivo: ayudar a mi familia”.

Su plan para recomponer el paso fue irse una vez más. Pidió que lo llevaran a Tijuana porque le dijeron que era un lugar muy peligroso. Eso lo obligaría a no salir de casa. El encierro autoimpuesto empezó a funcionar. Jugó un año en la Liga Norte de México con los Toritos de Tecate y después se unió a los Mayos de Navojoa en la Liga del Pacífico. Ahí estuvo tres temporadas, pero en la de 2018 fue líder del circuito con 19 cuadrangulares y anotó 49 carreras. México se convirtió en el puente para cruzar una frontera más. Los Cardinals de San Luis lo invitaron a su spring training de 2019 y ese mismo año se dio un fugaz debut que terminó meses después.

“Yo he pasado mucho trabajo, sacrificio, ese que me ha traído hasta donde estoy hoy”.Ram Martínez

“¿Cómo fue esa primera experiencia en Grandes Ligas?”.

“Comenzó complicada. En enero de 2020, cuando me cambian de San Luis para Tampa Bay, dije: ‘No sirvo para nada’. Sabiendo la calidad que tienes, dices ‘coño, ¿cómo me van a sacar?’. Pero entonces decidí voltear hacia adelante. Hice un gran spring training en Tampa y me sentía muy bien, pero llegó la Covid-19, la pandemia…”.

Dio positivo por el virus que paralizó el mundo, pero, cuando estuvo de vuelta, Tampa le dio una oportunidad de jugar. En un mes pegó siete home runs que le dieron el boleto para estar en los playoffs.

Ahí cambió definitivamente su historia como pelotero. En la postemporada de 2020 deshizo los récords de hits, home runs, bases recorridas y fue nombrado novato del año. Con sus actuaciones colaboró para que su equipo accediera a la Serie Mundial.

En ese momento, los aficionados mexicanos al beisbol lo reconocían como el cubano que se abría las puertas en las Grandes Ligas.

Esa percepción estaba cerca de cambiar.

El rey está de regreso

El 12 de febrero de 2021, vestido con la franela verde y la gorra de México, Randy posteó en sus redes sociales un mensaje al presidente Andrés Manuel López Obrador: “Les voy a pedir un favor a todos mis seguidores. Mándenle un mensaje al presidente para que me dé mi nacionalidad, que me haga ese favor para representar a México en el Clásico Mundial. Eso es lo único que quiero”.

Poco más de un mes después, la respuesta llegó en una mañanera: “Se trata de un destacado beisbolista cubano que estuvo en México y ahora está en Estados Unidos… Le vamos a pedir a Francisco Garduño, director de Migración, que entre en comunicación con él y lo vea”.

Randy, que había vivido en el país desde 2015 y tiene una hija mexicana, recibió su carta de naturalización el 21 de abril de 2022. Once meses más tarde, ya era parte del roster de México para el Clásico Mundial. Esa fue la cima.

Benjamín Gil, entrenador del equipo nacional.Ram Martínez

Benjamín Gil fue el mánager de ese histórico equipo que logró el tercer lugar en el torneo. Recuerda que Randy fue una gran arma ofensiva con ocho hits en 20 turnos y con .450 de promedio de bateo, el segundo mejor del certamen. “No lo habíamos visto con nuestros colores. Ni tampoco habíamos visto la manera que se entregó a nuestra bandera y a nuestra gente, a nuestra afición”.

Su sobresaliente desempeño en el campo estuvo acompañado desde un principio por un “look mexicano” que incluía sombrero y botas. Y, sobre todo, por una pose que conectó con la afición.

“¿Cómo nace ‘la Randy señal’?”.

“Yo decía: ‘No puedo jugar un Clásico Mundial con el país en el que nací, pero México me da la oportunidad. Tengo que disfrutarlo’. Vino entonces mi primer turno al bat, y en el primer lanzamiento conecto un doble por center field y al llegar a segunda me cruzo de brazos como diciendo: ‘Estoy aquí. Tírame una foto’. Me sacaron la foto y se hizo viral. Entonces la llamaron ‘la Randy señal’”.

El beisbolista cubanomexicano se convirtió en el rostro más visible de un equipo que hacía historia. Pero no lo ha hecho solo: tres nombres también han “pegado de hit” en este ascenso del beisbol en México: Horacio de la Vega, presidente de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB); Benjamín Gil, entrenador del equipo nacional; y Guillermo Murra, quien hace cuatro meses fue nombrado presidente del Consejo de Dueños de la LMB.

Randy Arozarena, Benjamín Gil, Guillermo Murra y Horacio de la Vega.Ram Martínez

Precisamente, la cascada mediática del Clásico arreció una corriente que comenzó hace cuatro años, cuando Horacio tomó el control de la LMB: “Hemos pasado de 5 millones de telespectadores a prácticamente 60 millones. Crecimos 800% en patrocinios; crecimos 900% en derechos de TV. En 2021 tuvimos 2.4 millones de espectadores; en 2022 tuvimos 4.1 millones y 2023 lo cerramos prácticamente con 4.8 millones de espectadores”.

Estos números, sumados al histórico desempeño en el Clásico Mundial, derivaron en que el equipo ganara el Premio Nacional de Deportes 2023, en la categoría de deporte profesional, algo que De la Vega quiere aprovechar para continuar con un círculo virtuoso: “Creo que hay un momentum importante, pero creo que la visión es que el beisbol tiene que ser un estilo de vida. Queremos mejorar el tema de la experiencia. Tenemos que vender una experiencia. Es lo que llamará a los nuevos aficionados”.

Al platicar con Murra, también envuelve la efervescencia del Clásico Mundial en la realidad de la pelota nacional: “La renovación del beisbol es lo más importante y ha sido un coctel. Vienen creciendo los equipos con rosters competitivos y el beisbol, gracias al Clásico Mundial, está de moda. México tiene jugadores muy atractivos en Grandes Ligas y hemos hecho espacio para los jóvenes”.

Benjamín Gil, quien además de ser mánager jugó ocho años en Grandes Ligas, también reconoce el gran momento: “Hemos tenido grandes etapas del beisbol mexicano, pero estamos en la mejor. Hay muchos jugadores en la cúspide y el Clásico Mundial hizo crecer el beisbol en México, no cabe duda. Esa era una de nuestras metas. Se ha visto en las entradas en el beisbol de verano, en el beisbol de invierno, mucha gente en estadios de Grandes Ligas con la gorra de México, con el jersey de México”.

Guillermo Murra, Presidente del Consejo de Dueños de la LMB.Ram Martínez
Horacio de la Vega, Presidente Ejecutivo de la LMB.Ram Martínez

“¿Cómo recuerdas el Clásico?”, le pregunto a Randy.

“En ese momento, se paralizó todo un país para ver a la selección mexicana [de beisbol] y la actuación del equipo me ayudó a que todos los mexicanos me amaran. Fue increíble. Siento mucho orgullo de representar a México, de ser mexicano también. Ahora no hay un estadio de las Grandes Ligas en el que los mexicanos no estén al 100% conmigo. Me siento feliz porque me han aceptado como un mexicano más”.

Después de la entrevista, de su introspección, de su voz tranquila, Randy vuelve a los reflectores. En el recibidor del estadio Harp Helú lo esperan más de 80 reporteros y camarógrafos que quieren un testimonio, una de esas sonrisas de dientes blancos que contagia. Su personalidad es de nuevo encantadora, pero la agenda no tiene más espacios para exclusivas. Después de contestar una decena de preguntas, el pelotero es llevado a un evento multitudinario con jóvenes beisbolistas en el Monumento a la Revolución; más tarde anuncia un donativo para los damnificados de Acapulco y finalmente visita al presidente López Obrador en Palacio Nacional. Lleva pocas horas en la CDMX y ya debe tomar un avión con destino a Miami.

A todos les falta tiempo con Randy Arozarena. Él solo deja una promesa en su país: estará pronto de regreso y triunfando… como el beisbol en 2023.