Hombres del Año

Rodrigo Prieto y su brillante paso en la historia del cine

A lo largo de su carrera, ha fotografiado más de 60 películas con grandes directores de cine y ha ganado en cuatro ocasiones el premio Ariel. También tiene tres nominaciones al Óscar, pero la Academia no le ha hecho justicia... aún. Este año es decisivo en la carrera de Rodrigo Prieto: además de dirigir su ópera prima, se involucró en dos proyectos que bien podrían valerle su primera estatuilla dorada: Barbie y Los asesinos de la luna. Celebramos su vida profesional, una que ha estado dedicada a concebir grandes universos.
Rodrigo Prieto viste chamarra de cuero
Rodrigo Prieto, está próximo a lanzar su opera prima como director: Pedro Páramo.Brigitte Diez

Rodrigo Prieto camina con paso firme por un largo pasillo. Su altura permite que su andar sea mucho más veloz respecto al resto de personas a su alrededor. Va rodeado de una tercia de asistentes, quienes le confirman cuáles son los siguientes compromisos en su agenda por lo que resta de la semana. El séquito que lo acompaña no impide que el mexicano dé en todo momento muestras de caballerosidad y humildad. No es como esas estrellas incipientes de Hollywood —o cualquier otra parte del mundo— cuyo ego es directamente proporcional a la velocidad con la que alcanzaron el éxito. Prieto es un hombre amable, sensato, humano. Caminamos juntos varios metros hasta llegar a una de las suites del hotel Four Seasons Mexico City. En la habitación aguarda el equipo de Condé Nast Entertainment. El nerviosismo se respira en el ambiente y se refleja en sus rostros: en unos minutos tendrán que grabar un video con uno de los grandes maestros de la lente en la historia del cine. Sí, en la historia del cine.

Rodrigo entra a la habitación, saluda a cada uno de los presentes y se muestra sorprendido por lo profesional del equipo, según sus propias palabras. Su emoción de estar en un set es evidente. Pasa directo a la recámara, donde lo espera la persona de styling, quien le muestra la ropa que vestirá en la sesión de fotos. Salgo de la suite para darle privacidad y me instalo en el pasillo, a la espera de que me indiquen el momento de entrar en escena. Nelly, una de las chicas que acompaña a a Rodrigo Prieto, me asegura que el cineasta está muy contento por el recibimiento que tuvo su más reciente proyecto. Una noche antes de nuestro encuentro, el mexicano y Martin Scorsese habían presentado de manera oficial en México Los asesinos de la luna, en un centro comercial ubicado al poniente de la CDMX. El recibimiento había sido muy bueno —y un tanto inesperado— para esta dupla.

Los asesinos de la luna es un viaje hasta la Oklahoma de 1920, cuando la tribu osage se convierte en una de las poblaciones más ricas de Estados Unidos gracias al descubrimiento de petróleo en sus tierras. Sin embargo, “la peste” pronto cae sobre ellos y comienzan a ser asesinados de manera misteriosa. El largometraje de tres horas y media es una odisea por una de las partes más oscuras en la historia de la unión americana, pero también a través de esa tenebrosidad humana que tanto le gusta explorar a Scorsese en su cine. A cuadro están un grupo de enormes actores —Leonardo DiCaprio, Robert de Niro y Lily Gladstone—, quienes seguramente serán tres nombres recurrentes en la temporada de premiaciones en 2024. Detrás de la lente, el ojo de Rodrigo Prieto.

Mi amigo Marty

“Mi esperanza es que esto empuje a que la industria no dependa del Estado, pero sí creo que es importante que haya un apoyo a las artes, porque es una forma de expresión nacional importantísima”.Brigitte Diez

Rodrigo sale de la habitación y se instala en el recibidor de la suite. Me siento en uno de los sofás y antes de que comencemos nuestra charla, el cineasta sonríe al ver que traigo puesta una playera de Buenos muchachos (1990). “¡Qué gran película es Goodfellas!, ¿no?”, dice respecto a este gran clásico del cine de Scorsese.

Los asesinos de la luna es la cuarta colaboración entre Marty y Prieto —quinta, si tomamos en cuenta el cortometraje The Audition—, y ha sido este trabajo en conjunto a lo largo de los años el que los ha llevado a tener una buena relación más allá de los sets. “Siento una gran cercanía con Martin. Contrario a lo que se pueda pensar, él es una persona muy privada, no le gusta socializar mucho. Y digo que es contrario a lo que se podría pensar porque, cuando está en un evento o dando una entrevista, tiene mucho encanto y responde las preguntas con elocuencia; pero, en realidad, no es así. Ama estar en su casa viendo cine, además de que es un lector feroz. Te podría decir que nuestra amistad no es una amistad convencional, no es algo de: ‘Hey, Marty, vamos por una cerveza’, pero sí es algo de conexión. Además, creo que ambos tenemos un gran sentido del humor”, señala Rodrigo Prieto.

Esta colaboración entre director y cinefotógrafo comenzó en 2013 con El lobo de Wall Street y fue tal la conexión entre ambos que la mancuerna se repitió en Silencio (2016), el corto The Audition (2015), El irlandés (2019) y ahora en Los asesinos de la luna (2023), la cual reprensentó un verdadero reto para el mexicano por el nivel de producción y ese elemento coreográfico que tiene el cine de Martin Scorsese: en cada secuencia no sólo ocurre algo en el primer plano, sino que simultáneamente se desarrollan varias cosas en el entorno. “Fue un gran desafío esa parte coreográfica que dices”, acota. “Es un trabajo en equipo con Martin y el asistente de dirección, para saber justo dónde está la cámara y cómo se va a mover para que no se cruce con algo o con alguien. Es una danza… Desde que estaba estudiando, admiré la forma en que Scorsese ejecutaba esos shots y cómo contaba sus historias; así que ahora que me toca hacerlos y proponerlos, es un sueño para mí”.

Rodrigo Prieto nació en el seno de una familia dedicada a las artes y la técnica. Su madre fue pintora amateur y su padre, ingeniero aeronáutico. Quizás de ahí proviene esa vena con la que hoy lleva a cabo su labor detrás de la lente. Cuando era niño, comenzó a usar la cámara Super 8 de su papá, y junto a su hermano desarrolló sus primeras “películas”. Al momento de elegir un camino profesional, la respuesta era clara: el cine. Entró a estudiar al Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), en la Ciudad de México, a la par de su trabajo con la fotógrafa de moda Nadine Markova. “Me parece que cuando estaba en el CCC salió El color del dinero [1986]. Creo recordar haberla visto en el cine y por esa época también se estrenó Después de hora [1985]. Ambas de Scorsese. Estos títulos, así como todo el acervo de Martin, me marcaron. Toro salvaje (1980) también tuvo un gran efecto en mí, sigue siendo una de mis películas favoritas”, confiesa. “Todas sus cintas [de Scorsese] exploran facetas muy oscuras del ser humano, pero desde una perspectiva no juiciosa. Eso me parece espectacular”.

En redes sociales y blogs especializados de cine se debate mucho un argumento: ¿Ha dirigido Marty la mejor película de cada década de los últimos 50 años? Para algunos podría ser una afirmación arriesgada, pero quienes somos fieles al cine del realizador siempre encontraremos argumentos para confirmar la hipótesis. Sin embargo, en años recientes, Scorsese ha estado rodeado de polémica por sus declaraciones sobre las películas de superhéroes, señalando que no se trata de un cine que ponga a pensar a la audiencia. ¿Acaso el mexicano Rodrigo Prieto comparte esta opinión con el director de Taxi Driver? ¿Se negaría a fotografiar algo que tuviera relación con el tema? “La verdad, yo me aproximo a los proyectos a través del guion. Si encuentro en él algo que me entusiasme, que me mueva, algo que yo quiera explorar dentro de mí, entonces le entro, sin importar el género. Por eso hice Barbie, por eso hice Pasajeros (2016), por eso hago cosas diversas… En particular, te puedo decir que no soy muy fan, no veo las cintas de superhéroes, pero quién sabe, si de pronto hay algún tema que conecte conmigo, sí la podría llegar a hacer. Eso sí, no es algo que esté buscando activamente”.

“Si fallo como director, no es que se termine todo para mí. Espero que funcione Pedro Páramo, pero si no ocurre, tengo mi carrera como cinefotógrafo”.Brigitte Diez

Los cameos de Martin en sus cintas son otra de las constantes del realizador y su aparición en Los asesinos de la luna —donde el director sale a cuadro leyendo una especie de epitafio— es una de las más emotivas de toda su filmografía. En una entrevista reciente con GQ USA, Scorsese aseguró que quizás tendría la fuerza física para hacer un largometraje más y hasta ahí. Saco el tema a colación durante la charla y le doy mi lectura a Rodrigo: “El cameo de Marty en Los asesinos… me suena a una especie de despedida del cineasta con su audiencia, ¿no?”. Rodrigo se remueve en su asiento y abre los ojos sorprendido, como cuando alguien tiene una revelación. “Espero que no”, se apura a decir, “he ido cambiando y aprendiendo mucho de él conforme pasan los proyectos. Sí noto su influencia en el diseño de los shots y en la forma de dirigir. Ahora que rodé mi ópera prima lo noté. También la forma en la que me relaciono con los actores. Eso es algo que le he aprendido a él y a los otros directores y directoras con las que he trabajado. Pero sí me di cuenta en el set de su influencia y de elementos en Pedro Páramo que son muy scorsesianos. Espero que no se enoje [ríe]”.

In a Barbie World!

A través de su lente, Rodrigo Prieto nos ha llevado a mundos diversos, resultado también de la visión de los directores con los que trabaja. El mexicano lo mismo ha colaborado con Alejandro González Iñárritu (Amores perros, 2000; 21 gramos, 2003; Babel, 2006 y Biutiful, 2010), que con Pedro Almodóvar (Los abrazos rotos, 2009), Ang Lee (Secreto en la montaña, 2005; Lujuria y traición, 2007), Oliver Stone (Comandante, 2003; Persona Non Grata, 2003; Alexander, 2004), Ben Affleck (Argo, 2012), Julie Taymor (Frida, 2002) y, claro, Scorsese.

Este año, se sumó a la lista su dupla con Greta Gerwig. ¡Y qué mancuerna! Junto con la directora, Rodrigo se encargó de trasladarnos hasta el mundo de Barbie en una de las cintas que más ruido y polémica han generado en la historia reciente del séptimo arte. “En el caso de Barbie, lo que me atrajo fue esa exploración de la masculinidad y feminidad, de todos estos temas que en realidad no se suelen explorar muy a fondo y que me parece que la cinta lo hacía de una manera brillante”, comparte.

El largometraje generó un gran hype en todo el mundo y se convirtió en tema central de conversaciones en torno al machismo y el feminismo. La equidad e igualdad de oportunidades es otro punto que se aborda en la cinta de Greta Gerwig, un asunto que ha hecho eco en diferentes ámbitos. Este año, por ejemplo, cuatro realizadoras mexicanas fueron nominadas al Ariel en la categoría de mejor dirección, lo que habla de que en la industria cada vez más mujeres están ocupando roles que —anteriormente se creía— sólo estaban destinados al género masculino. “Como tantas cosas en nuestra sociedad, la participación de las mujeres en el apartado de dirección de fotografía va cambiando, sigue en evolución. Yo trabajé con Nadine Markova cerca de un año; ella fue mi mentora y ahí empecé a aprender de composición de iluminación. Ya luego de eso entré al CCC y fue entonces que me comencé a cuestionar por qué había fotógrafas de foto fija espectaculares y muy famosas, pero eso no ocurría en cine. La excusa era que para empezar a ser cinefotógrafo tienes que cargar cajas y eso, el tema del físico y no sé qué. La verdad es que es puro sexismo, es el Club de Toby. Pero eso ya se está rompiendo y sí hay una generación de fotógrafas que está surgiendo poco a poco. Todavía falta, pero en México hay muchas y me da gusto, porque no existe motivo para que no haya cinefotógrafas”.

A pesar de toda su experiencia, llevar a los espectadores hasta Barbie World supuso varios retos para Rodrigo Prieto, como enfrentarse a “un set completamente rosa en el que las luces rebotaban en la cara de los actores” o ejecutar su propia propuesta de que el sol en este mundo siempre estuviera detrás de los personajes, lo que representaba rodar a contraluz. “Fue un verdadero desafío entender cómo lograr eso y tomaba tiempo, pero todo se relajaba porque fue un set muy alegre. Greta Gerwig es así, muy entusiasta, así que fue muy bonito hacerlo”, comparte.

“En el arte no hay una numeración, no es de ver quién corrió más rápido o quién saltó más alto. Es muy subjetivo”.Brigitte Diez

Desde el lanzamiento de Barbie, el nombre del cineasta mexicano comenzó a barajarse como uno de los posibles nominados al Óscar 2024 en el apartado de cinematografía. Esto de ser aspirante a la estatuilla dorada no es nada nuevo para él, pues ha sido candidato en tres ocasiones: en 2006, por Secreto en la montaña; en 2017, por Silencio; y en 2020, por El irlandés . Ahora se habla de que podría conseguir una doble candidatura, pues su labor en Los asesinos de la luna también ha recibido muchos elogios de críticos de cine y colegas. Y con justa razón. “Claro que me gustaría estar nominado”, responde el mexicano con una sonrisa nerviosa y nuevamente removiéndose en su asiento, “más que nada porque es una celebración muy divertida. El Óscar depende de muchos factores, porque realmente no puedes cuantificar quién es el mejor o quién no lo es. En el arte no hay una numeración, no es de ver quién corrió más rápido o quién saltó más alto. Es muy subjetivo. Al final, todos estamos fotografiando películas con muchas ganas y desde el corazón. Entonces, si llega una nominación, la agradeceré y, pues sí, estaría bonito [se carcajea]”.

A pesar de que en su haber tiene múltiples trabajos, muchos de ellos ganadores de varios reconocimientos, Prieto únicamente ha sido candidato a la estatuilla en tres ocasiones. En una entrevista reciente, su amigo Marty aseguró que la Academia de Hollywood suele ser impredecible: a veces te nomina por trabajos en los que no lo esperabas y en ocasiones que esperas ver tu nombre, éste no aparece. “Sí, sí ocurre así”, suma a la conversación Rodrigo. “Por eso, en general en la vida, trato de no tener expectativas, porque cuando esperas algo y no sucede, sufres. Es mejor que pase lo que tenga que pasar. Me ocurrió con Frida. En aquella ocasión fui nominado al premio de la ASC (American Society of Cinematographers) y pensé que seguro llegaría la del Óscar, pero no fue así. En fin, he aprendido que es algo que está fuera de mis manos”.

Viaje a la semilla

Al egresar del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), Rodrigo Prieto comenzó a crear mundos y llevarnos a ellos a través de su lente. Dama de noche (1993) y Perfume, efecto inmediato (1994) fueron dos de sus primeros largometrajes. Luego llegó la cinta mexicana de terror Sobrenatural (1996) y Un embrujo (1998), un poderoso melodrama ambientado en Veracruz y dirigido por Carlos Carrera. Con el año 2000 apareció el proyecto de Amores perros, una película que cambió la historia del llamado nuevo cine mexicano, pero también la vida de muchos de sus involucrados, Prieto entre ellos.

Desde entonces, Rodrigo Prieto comenzó una exitosa carrera en Hollywood y en el extranjero, que lo había mantenido lejos de su tierra. Hasta ahora. Y es que este 2023, el cinefotógrafo debutó como director con una nueva versión de un gran clásico de la literatura mexicana. Desde hace varios años, mucho se había cuestionado a Prieto cuándo presentaría su ópera prima tras alcanzar la cúspide del éxito como director de fotografía. Y en todas esas ocasiones, había respondido la misma línea: “Tiene que llegar el proyecto adecuado”.

Dicho proyecto es Pedro Páramo, la tercera adaptación que se hará del libro de Juan Rulfo en la historia del cine mexicano. ¿Qué fue lo que Prieto encontró en esta novela que lo hizo conectar con ella y decidir que se convirtiera en su primer trabajo como director? “Es un libro que me gustó mucho desde que iba en la secundaria”, responde. “Me ofrecieron dirigirla, lo volví a leer y me di cuenta de que mi percepción era totalmente diferente hoy en día. La primera ocasión que leí la novela era un adolescente y me impactó mucho todo el rollo fantasmal, ese México misterioso, además de que siempre me ha gustado el cine de terror. Ahora, encontré cosas diferentes que me mueven mucho a nivel personal, porque hay temas de Rulfo que también son míos, así que en esta adaptación hice énfasis en esos elementos, como la cuestión generacional y cómo traemos los traumas de otras generaciones y cargamos cosas que ni sabemos”.

“Desde que estaba estudiando, admiré la forma en que Scorsese ejecutaba esos shots y cómo contaba sus historias; así que ahora que me toca hacerlos y proponerlos, es un sueño para mí”.Brigitte Diez

La narración de Rulfo nos presenta a Juan Preciado, un hombre que debe viajar a Comala para cumplir con el último deseo de su madre: encontrar a su padre, Pedro Páramo. Una vez en el pueblo, Preciado comienza a descubrir la verdadera historia de su progenitor, sus verdaderas raíces. “Juan Preciado no sabe quién es y va a tratar de averiguarlo. De pronto, se va enterando quién era Pedro Páramo y llega al fondo, a tal grado que eso lo mata. Ese tipo de temas me apasionan. Así que me sentí listo para dirigir… Digamos que no es el inicio de mi carrera; si fallo como director, no es que se termine todo para mí. Espero que funcione Pedro Páramo, pero si no ocurre, tengo mi carrera como cinefotógrafo”.

Como una especie de Juan Preciado, Rodrigo volvió a México para filmar su ópera prima, pero también para reencontrarse con su gente, con su cultura, con sus raíces, con sus amigos, con aquellos compañeros del CCC de quienes, quizá, se había alejado para enfocarse en su carrera internacional. “Rodamos en los Estudios Churubusco una parte y otra en San Luis Potosí. Fue muy bonito porque mi abuelo es de ahí. No tuve oportunidad de buscar la casa donde creció, pero sí fue como regresar a este lugar de donde es parte de mi familia”.

Precisamente en dicho estado, sus antepasados desarrollaron una carrera en el ámbito político. Y aun cuando él asegura que nunca trataría a formar parte de las filas de la política mexicana, está convencido de que la industria nacional del cine necesita mucho apoyo por parte del Estado. “Es complicada la situación que está viviendo el cine mexicano por esta cuestión de los recortes de los presupuestos estatales para el apoyo a las artes. Es un problema, pero también espero que sea la oportunidad de encontrar otras vías privadas y sociales para la creación artística. Por suerte, hay formas de producción que no requieren necesariamente de recursos gigantescos… Mi esperanza es que esto empuje a que la industria no dependa del Estado, pero sí creo que es importante que haya un apoyo a las artes, porque es una forma de expresión nacional importantísima”.

Este espacio íntimo creado durante la charla entre Rodrigo Prieto y yo se rompe cuando alguien dice que el tiempo se ha terminado. Todos los que se encuentran en la habitación han estado escuchando atentamente al maestro de la lente, a este creador de mundos a los cuales hemos entrado una y otra vez para vivir todo tipo de experiencias. Pero si él tuviera oportunidad de quedarse a vivir un tiempo en alguno de estos universos de los que ha sido artífice, ¿cuál elegiría? “Puf, nunca me había puesto a pensar en eso”, responde. “Estoy pensando en Babel, en la parte de Japón. Eso fue mágico para mí. Japón siempre me ha llamado la atención. Pasamos varios meses allí, conviviendo con los técnicos y todo el mundo, no como turistas, sino realmente viviendo. Conmigo estaba mi esposa y mis hijas. Fue una experiencia muy bonita”, concluye.

De alguna manera, el Premio a la Trayectoria otorgado por GQ México y Latinoamérica será el disparo de salida para la temporada dorada de premiaciones, en las que estamos convencidos de que Rodrigo Prieto será un habitual: los Golden Globes, el BAFTA (que otorga la Academia Británica), el premio de la ASC y, claro, el Óscar. En todos, él es nuestra apuesta.